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Nueve claves para saber escoger un buen melón en la frutería

20/09/2019 - 12:03 am

Hay que reconocer que no es fácil a primera vista acertar en lo que respecta a su estado de madurez y su calidad, sobre todo porque la carne se esconde tras una gruesa piel a la que no le podemos hacer una cata. Te compartimos nueve trucos para no equivocarnos de melón y evitar coger uno verde o demasiado maduro.

Por Jordi Sabaté

España, 20 de septiembre (ElDiario.es).- Dada su capacidad para hidratar, su sabor dulce pero con baja carga glucémica y su cantidad de fibra, el melón constituye la guinda perfecta en época de calor, sobre todo si se comen frescos. De todos modos, no está de más recordar que no responden bien al refrigerador.

Ahora bien, hay que reconocer que no es fácil a primera vista acertar en lo que respecta a su estado de madurez y su calidad, sobre todo porque la carne se esconde tras una gruesa piel a la que no le podemos hacer una cata. Pero que no cunda el pánico, porque existen varios trucos para catarlos indirectamente. En tal caso no usaremos el paladar, pero sí el tacto, la vista y el olor, además del sentido común.

A continuación te explicamos nueve claves de experto comprador para saber si un melón merece la pena ser adquirido:

Hay que adquirirlo siempre en temporada: aunque obvio, luego todos caemos. Si compras en temporada te aseguras melones frescos, de huerta y de proximidad. Su sabor y su textura te lo dejarán claro. El resto del año puedes consumir estos productos procedentes de invernaderos  pero debes considerar que sus condiciones de cultivo y transporte no los hacen sostenibles. Con independencia de que su calidad no será la óptima.

Elige siempre los de arriba del montón: si los compras en una pirámide, apuesta por los de la punta, ya que serán los que menos golpes habrán padecido y tendrán menos magulladuras por presión.

Presiónalo con los dedos: En apariencia todos los melones aparentan ser duros al tacto, pero no es, o no debe, ser así. Lo que pasa es que no lo percibimos hasta que los tocamos bien en toda su superficie y aparecen las blanduras. Si tienen blanduras, haremos una mala compra.

Descarta los que tengan grietas: puede parecernos injusto y un acto que fomenta el desperdicio global de comida, pero es que las grietas en un melón son una entrada de contaminaciones bacterianas o fúngicas, que provocarán fermentaciones y pudrimientos indeseados. Aunque a ojo de buen cubero el aspecto pueda parecer aceptable, su conservación se verá sensiblemente reducida. En todo caso podemos negociar con el frutero para que nos lo venda más barato.

Los colores verde chillón y amarillo sol son mala señal. Foto: Pixabay

Prueba la sonoridad: es muy sencillo, si el melón está maduro, tiene que sonar a hueco. Si el sonido es de material sólido y denso, es que todavía está verde.

Presiónalo por los extremos: es lo que se conoce como la “prueba del balón de rugby”, y consiste en presionar por los extremos el cuerpo de la fruta. Si al hacerlo notamos una sensible distensión, es que el melón está maduro y listo para consumir. Si la blandura es en demasía, es que ya está excesivamente maduro. Lo rechazaremos.

Pondera su color: los colores verde chillón y amarillo sol son mala señal. Por lo tanto optaremos por los verde aceituna y los atigrados amarillo y pardo. Son los colores de la madurez.

Huele el melón en la zona del pedúnculo: haz un reconocimiento tipo perruno y arrima el hocico a ver a qué huele el melón. Este acto se basa en que esta zona es la que en la tierra estaba conectada a la planta. En principio no debería delatar malos olores. Por contra, si la fruta está madura desprenderá un ligero aroma característico floral como el de algunos vinos blancos.

Si lo compras en piezas, que esté plastificado: ya sabemos que el plástico es un problema, por lo que siempre te recomendamos comprar el melón entero. Pero la realidad a veces es muy terca y nos da poco tiempo o poca capacidad para cargar más peso, de modo que debemos optar por los medios melones. En tal caso, para no tirar el dinero, procura que estén bien cubiertos con un film de plástico, debidamente colocado. Por un lado tendrás la ventaja de ver el color de la carne, aunque por el otro, al estar abiertos, son susceptibles de contaminaciones, por lo que es importante que la película de plástico se muestre firme y tensa.

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